Después de mucho pensar  compramos dos boletos para la una de la tarde. Una de las espectadoras que ya había visto la obra nos dijo que se trataba de un señor que era muy mentiroso y que trata de engañar a los que invitaba a entrar. 
Y vimos la propaganda en modo caricatura afuera del teatro y se veían interesantes los personajes. 
Y sí, en "El laberinto de las mil mentiras" todos eran mentirosos  y para ver quién lo era más vemos a los actores en divertidas acciones y conversaciones. 
Eran personajes conocidos de los cuentos clásicos y películas clásicas( el lobo, Pinocho,el mago de Oz, Úrsula la bruja del mar y Scrooge)  pero con su toque de mexicanos y con humor sano. Nos reímos de las actuaciones, de la forma de hablar, de las referencias a cuentos y de la agilidad en diálogos y actuaciones. 
El mensaje muy importante para guardar en cada espectador. No hay que mentir. La honestidad es un valor muy grande. Y es que en nuestroa tiempos se necesitan mensajes para la familia y urgentemente. 
Ya de regreso en la casa andábamos caminando como Úrsula, jugando al lobo y poniendo imaginación para imaginar a los muros con movimiento.
Había una función sólo para adultos en donde al parecer hay palabras completas de las groserías y en tonos altos para la relación entre los personajes. Quizá una relectura del texto familiar. 
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